martes, 2 de septiembre de 2008

subsuelo

Terminaron el entrenamiento, se bañaron, peinaron, desodorizaron y antes de las 11 y media estaban arribando a los cines de Recoleta. Viajaban en un Orion semi desvencijado que hacía fuerza para mantener las ruedas en línea, producto de sobrecargarlo más de lo necesario. Llegaron al tercer subsuelo y corrieron a la boletería; obvio, no quedaban entradas. Plan B: al Abasto, que suele estar despierto hasta más tarde que su joven prima new-rich. Esperaron al conductor al final de esa garganta que escupe autos desde las tripas profundas del cine. El “no puede tardar tanto” se esfumó con el darse cuenta que estaban parados en la entrada, en fin… ya en la Salida, no podía tardar tanto. Lo llamaban y nada. Uno que fue a ver que onda, tampoco volvía, hasta que volvió. El auto había perecido y no había resurrección posible.
Llamaron al ACA que llegaría “lo antes posible” haciendo hincapié en el hecho de que el auto estaba muy abajo.
Lo antes posible resulto ser casi dos horas y media, en las cuales los jóvenes no encontraron más entretenimiento que embocar de una patada, un globo ¾ desinflado por la ventana del auto parados a dos metros de distancia. Obvio que con puntaje. Obvio que con prendas tales como correr en bolas por el estacionamiento o ir de acá hasta allá en cuatro patas con el calzón clavado, ida y vuelta.
Llegó el mecánico con uno que lo estaba esperando en la superficie, no traía herramientas, sólo mucha experiencia en la mano derecha y otro tanto de sueño en la izquierda. En resumen: no pudo hacerlo arrancar, mandó a uno de los chicos a buscar sus herramientas, no pudo hacerlo arrancar y por supuesto, habían hecho caso omiso a la advertencia de dónde descansaba el auto, y la grúa no entraba.
Escucharon otro “lo antes posible”, que resulto ser, afortunadamente, menor al anterior. La mini grúa se aventuró barranca abajo en busca del Orion gris semi destartalado que ya estaba demasiado cansado para andar. Lo encontró. Lo enganchó. Lo arrastró hasta que la barranca caracol empezó a complicar el rescate. Lo que a velocidad normal de estacionamiento (15 Km./h) suele hacerse en 4.8 minutos, tardó 15. La fila de autos era interminable y el coro de bocinas, ensordecedor. Los amigos del conductor trotaban a los lados del auto, protegiéndolo como si Kennedy fuese adentro.
Casi dos películas después, vieron nuevamente el cielo estrellado, pero ya era muy tarde para ir al Abasto.

4 comentarios:

Lucia Argibay Molina dijo...

muy diver!!
Roland me haces reir no sos "garron"

RQ dijo...

Muy divertido... me encantó la comparación de "correr como al lado del auto de Kennedy"

Anónimo dijo...

Lo interesante es el condimento....como pasa con las comidas, la sustancia es la misma, siempre (papas, zapallo, carne, etc.) pero lo que hace a un sabor especial es el condimento...en las dosis adecuadas: sal...pimienta...especies. Lo mismo me parece que ocurre con estas anecdotas, donde, en realidad, lo divertido es como se transmiten, de una manera súmamamente vivida y muy pero muy divertidas. RR

Anónimo dijo...

Flaco (por no decir lo contrario)..quiero mis derechos sobre el nombre...Sabes quien soy...y te estoy buscando...
roland garron..me pertenece...reparti...