martes, 16 de septiembre de 2008

flechazo

Viaje de Buenos Aires a Río Negro en colectivo, por supuesto, de larga distancia. El asiento vacío junto a él fue ocupado, en plena noche, por una chica que descendería algunas horas antes que él, pero igualmente flechada por Cupido y con la certeza de haber escrito su teléfono (prefijo incluido) en el pasaje de ese pasajero simpático y jovial.
Él la llamó y se rieron un buen rato de lo loco de la situación. Ella lo llamó y ya charlaron un poco más serios. Él la llamó y llegó a extrañarla, hasta que ella lo llamó y sembró la idea. En llamados subsiguientes germinaron, regaron y cosecharon la idea fantástica de que él viajara a verla, aprovechando que vivía con una amiga.
El viernes a la noche se tomó un colectivo que lo arrojó en la ciudad de su amiga que lo esperaba ansiosa en la Terminal con la nariz ganchuda, paleta (diente frontal que se ve si o si, no es uno de los de atrás que safa) negra, granos y bigotillo tipo Cantinflas. Era toda fea, y a diferencia de lo que suele ocurrir, no era muy divertida tampoco. Lo llevó ansiosa a su casa, mostrándole vagamente la cuidad. El desayuno murió instantáneamente en las fauces del joven que no contento con ello, pidió una cama para reposar. No estaba cansado, pero no creía soportar la fealdad de quien lo hospedaría TODO el fin de semana.
Almorzaron y la idea de ir a pasear con un amiguito por la plaza y centro de la cuidad, que nunca había sido testigo de semejante hecho, de deshizo cuando el se fue a dormir la siesta. Como ya no encontraba una posición cómoda en la cama y se acercaba la hora de comer (se había salteado el té), salió del cuarto, y tras la puerta del pasillo pudo oír un murmullo sospechoso. Ella había organizado una bienvenida con todos sus amigos para que conozcan a su príncipe rionegrino. Para gran sorpresa de los presentes, el que se hospedaba en casa de su amiga no tenía lentes oscuros ni bastón blanco.
La remó hasta que le dolía la cara de sonreír y se retiró a sus aposentos a eso de las once. El encargado de la empresa de colectivos se sorprendió cuando vio llegar al primer pasajero a Río Negro seis horas antes de la hora anunciada, y con un plano para no perderse.

7 comentarios:

malena dijo...

Qué garrón, Roland

Esas cosas además de siempre pasarle a un amigo, siempre les pasa a un hombre. Las mujeres no solemos perder detalles tan importantes.

Anónimo dijo...

Que amarga Malena.

Anónimo dijo...

Lamentablemente debo discentir con MAlena. Las mujeres si se olvidan de los detalles. O pero aún, cambian de parecer -o al menos eso dicen-. Una noche se lo comen crudo la noche siguiente "ya no me gusta", en vez de hacer honor y admitir que se comieron un bagarto...

Roland Garrón dijo...

Haré de mediador:
Los hombres suelen tener menos escrúpulos a la hora de la conquista, o mejor dicho, suelen comenzar alto y van bajando a medida que avanza el reloj (no estoy descubriendo nada). Las chicas están o no dispuestas, venga quien venga. De todas formas, ante la luz son pocos/as los que reconocen el crimen.

malena dijo...

Claaaro, algo así Roland.
Y segundo Anónimo, como pasa con todas las generalizaciones (las tuyas, las mías) hay de todo. Tengo muchas amigas que admiten haberse comido a un bagarto. Hasta hay un grupo de Facebook para eso ja.

Anónimo dijo...

No hay fotos de la Bienvenida?? Por favor subanlas jaja

Roland Garrón dijo...

Ahora entendemos el raiting de Crónica TV, siempre hay algún morboso...