Abrió los ojos, la luz había invadido la habitación. En seguida se sintió raro, el chequeo corporal inicial develó: dolor de cabeza, ardor en los ojos y boca pastosa... malestar general. Lo más extraño era que, durante la noche, o le había crecido otro brazo o alguien lo estaba abrazando.
Sábado de folleto: prebo con amigos, mucho alcohol, al boliche en grupo y que termine como a Baco se le ocurra. A esa salida base se le agregan algunos circunstanciales que hacen que cada sábado sea distinto. En el boliche había un grupo de enfermeritas en despedida de soltera cuyos disfraces fueron victimas constantes de ataques y flagelos. Se aburrió y se fue a su casa, comandado por su instinto de supervivencia, ya acostumbrado a tener que estar alerta por lo menos una noche por semana. Estaba a una cuadra cuando empezó a hacer el peritaje de sus bolsillos. Monedas (varias, de distinto valor), billetera (una), chicles (dos), celular (uno) y por último, llaves (ninguna). No era la 1° vez, aunque ahora no tenía una aliada que le brindara asílo político. Tocó el timbre... nada. Llamo a sus amigos... nada (no lo sabía, pero no tenía crédito). Siendo una persona muy proactiva fue a colgarse del timbre de un amigo (los hombres, a esas horas, no tienen pudor, vergüenza social o respeto por el prójimo). Caminó una cuadra, tratando de comunicarse con él, muy concentrado, de pronto “qué tenés en la cabeza?” había una chica parada frente a él, inquisitiva. La miró con cara de “de qué estás hablando Willis?” y ante la insistencia se palpó el cráneo y encontró una cofia de enfermera... Empezaron a hablar y a contarse sus respectivas noches. Veinte minutos después, ya sabían bastante el uno del otro y ella le ofreció hospedaje y el aceptó, siempre y cuando le prometa que no iba a amanecer en una bañadera con hielo. Vivía a pocas cuadras. El monoambiente tenía mesas (una), tele (una), sillas (dos o tres) y futón dos plazas (UNO!!). Se acostaron, ella con pijama y el con los pantalones puestos, miradas indiscretas (cuatro), caricias semi degeneradas (cinco), besos (dos), luego se quedaron dormidos.Pasó la hora, se acabó el hechizo: carruaje a calabaza, caballos a ratoncitos, Cenicienta a hermanastra y Príncipe a plebeyo. Ella lo acompañó a la salida, él no le pdió el teléfono. Taza taza. No se han vuelto a ver.
Sábado de folleto: prebo con amigos, mucho alcohol, al boliche en grupo y que termine como a Baco se le ocurra. A esa salida base se le agregan algunos circunstanciales que hacen que cada sábado sea distinto. En el boliche había un grupo de enfermeritas en despedida de soltera cuyos disfraces fueron victimas constantes de ataques y flagelos. Se aburrió y se fue a su casa, comandado por su instinto de supervivencia, ya acostumbrado a tener que estar alerta por lo menos una noche por semana. Estaba a una cuadra cuando empezó a hacer el peritaje de sus bolsillos. Monedas (varias, de distinto valor), billetera (una), chicles (dos), celular (uno) y por último, llaves (ninguna). No era la 1° vez, aunque ahora no tenía una aliada que le brindara asílo político. Tocó el timbre... nada. Llamo a sus amigos... nada (no lo sabía, pero no tenía crédito). Siendo una persona muy proactiva fue a colgarse del timbre de un amigo (los hombres, a esas horas, no tienen pudor, vergüenza social o respeto por el prójimo). Caminó una cuadra, tratando de comunicarse con él, muy concentrado, de pronto “qué tenés en la cabeza?” había una chica parada frente a él, inquisitiva. La miró con cara de “de qué estás hablando Willis?” y ante la insistencia se palpó el cráneo y encontró una cofia de enfermera... Empezaron a hablar y a contarse sus respectivas noches. Veinte minutos después, ya sabían bastante el uno del otro y ella le ofreció hospedaje y el aceptó, siempre y cuando le prometa que no iba a amanecer en una bañadera con hielo. Vivía a pocas cuadras. El monoambiente tenía mesas (una), tele (una), sillas (dos o tres) y futón dos plazas (UNO!!). Se acostaron, ella con pijama y el con los pantalones puestos, miradas indiscretas (cuatro), caricias semi degeneradas (cinco), besos (dos), luego se quedaron dormidos.Pasó la hora, se acabó el hechizo: carruaje a calabaza, caballos a ratoncitos, Cenicienta a hermanastra y Príncipe a plebeyo. Ella lo acompañó a la salida, él no le pdió el teléfono. Taza taza. No se han vuelto a ver.