martes, 27 de noviembre de 2007

facha

Noche primaveral. Un grupo de amigos que estaba estudiando en Buenos Aires se juntaron en la casa de uno de ellos. Entre cerveza y cerveza surgen las infaltables anécdotas del colegio, del viaje de egresados, de aquellas salidas inolvidables... esas reuniones eran como un rito de memoria, como para combatir el tiempo y la realidad, con recuerdos empapados de nostalgia mejoradora. Siempre son las mismas, más o menos detalladas, pero las mismas al fin. Esa noche uno vino con un as bajo la manga, y le informó al grupo que el primo del mejor amigo del flaco que estaba estudiando con él trabajaba en no sé qué boliche groso y que los había anotado en la lista. Algarabía.
En el boluche. Él, un chico con bastante facha -o por lo menos la tenía en su ciudad donde podía hacer gala de un importante numero de trofeos femeninos en un currículum que muchos envidiaban- se sentía superior. Zapatitos náuticos cancheros, camisa lisa con dos botones desabrochados dejando ver un collarcito veraniego, pantalón oscuro, algunas pulseritas con onda. A diestra, fernet; a siniestra, cigarrillo. En resumen, un semi-dundee. Miraba a todas, algunas devolvían, pero no más que eso. De repente, recorriendo la barra con sus ojos, la vio. Ella, que había decidido bajarse del pedestal de la fama y mezclarse con el vulgo de este lado de la pantalla. La conocía desde hacía mucho, ella no tenía idea de que él existía. Sus miradas se cruzaron y se mantuvieron. Electricidad tangible. El mundo desapareció, la veía pero no entendía cómo una persona podía ser tan linda. Sólo sabia que el destino lo había depositado ahí. No iba a salir, porque quería ser responsable y estudiar, pero Cupido no estaba de acuerdo en que estudiase esa noche. No sólo no apartaba su estelar mirada desde el Olimpo telefeano; ella que a tantos galanes podía elegir. Tal vez fuese una chica simple con apellido complicado (Kloster...), cansada de los sujetos de la tele. Buscaba un chico lindo pero out del medio, un cable a tierra que la alejase del ambiente, que sólo era un trabajo. A esa altura él ya no se acordaba ni cómo había llegado a ese lugar: toda su vida se preparó para ese momento, aunque hasta ahí no se había dado cuenta. Ella ya se dirigía hacia él, con la mirada firme, su humanidad envuelta en un leve paño de seda cual Venus saliendo del mar, avanzaba. Silencio... y luego un coro celestial. Acercó su gloriosísima boca, esa que seguramente lo llenaría de besos irrepetibles y únicos como los copos de nieve, y con la perfección de las flores. Su dulce voz, sonaba clara y decidida, muy cerca de su oído, no preparado para semejante honor. Marcela suspiró, se tomó un segundo... tensión y atención total del sujeto. Te podés correr que me estás tapando un chico que me gusta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta ES la publicidad de Mariano Martinez!!! La conocés??? La de "ganale al truco a MM?

Roland Garrón dijo...

Puedo demostrar que esta historia fue escrita, y por lo tanto, ocurrió antes de la publicidad. Cabe aclarar tb que ni mi persona ni el "damnificado" recibimos nada a cambio.