martes, 11 de diciembre de 2007

qué hiciste ayer?

PLAY. Plano muy amplio de la ciudad de Buenos Aires. Una noche más de fin de semana. El plano comienza a acercarse de a poco y distinguimos la Facultad de Derecho y Plaza Francia. No deben ser más de las 12 cuando nos metemos en la casa de Gustavo, que estaba tranquilo en el msn y así como así su ex le empezó a escribir. Que flor viene, que palo va; que tema pendiente de acá y “no me entendiste bien” de allá, toma el toro por las astas y la cita en una esquina (viven cerca). Ella se niega, pero con una cara de ni que se caía de madura. Él le espeta un arriesgado “yo voy a estar ahí, espero que vos también”. Se desconectó, vistió y perfumó casi en un mismo acto. Cinco minutos antes de la hora señalada ya la estaba esperando. Impávido vigilaba la esquina, con toda una heladería mirándolo, y los minutos van pasando. De pronto la ve venir, pero está rara, todavía lejana. Hay algo en su forma de caminar que no le es familiar (¿tanto tiempo había pasado?). Estaba bastante más cerca, pero no estaba... no era ella; nunca vendrá.
A pocas cuadras lo encontramos a Ramiro, que vuelve totalmente beodo de la despedida de un amigo. Tarda varios minutos en embocarle a la cerradura y sólo entra porque su hermana –que estaba con su nuevo novio- le abre la puerta. Trata de evitar el saludo formal, porque sabe algo que su “cuñado” no... no lo puede sortear, así que se deja llevar, se aproxima, le extiende la mano y el la toma. Los vestigios de vómito que esta tenía le deformaron el rostro al donjuan. Entre risas se acostó.
Nos alejamos para inmiscuirnos en un bar de Belgrano, donde un joven ejecutivo asegurador invitó unos drinks a la hermana de alguien, muy parlanchina ella. Él, workholic, eran las 2 y pico y de a ratos de quedaba dormido (¿interesante la charla?).
Fast foward y estamos en la cresta: fiesta al aire libre, amigos, chicas y Agustín, que no para de llamar a Andrea (la fija). Medo tomado la escuchaba una y otra vez saludándolo, con música de fondo y luego silencio. Está indignado. Repite la operación demasiadas veces y ella siempre igual: Lo saluda con música de fondo y luego se queda muda, escuchándolo. En esa misma fiesta, un grupo de amigos acaba de entrar y Federico ve a la chica más linda del mundo, ahí a su alcance, hablando con una amiga. Es conciente que sólo tiene una oportunidad; una frase para ser gracioso, lindo e interesante, para que ella le preste unos minutos más. Se la juega: le roza el hombro despoblado de mangas, tiritas (de musculosas) o breteles y cuando sus ojos se reflejan en los de ella “Cuando me busques... voy a estar allá” y siguió como si fuese realmente bello. No miento cuando digo que me hubiese encantado decir que ella lo buscó.
Ya estamos volviendo a casa, un poco aturdidos, y sin embargo vemos cómo Diego sube al bondi y se sienta (aunque había asientos individuales libres) junto a Vanesa, que iba de no se dónde hasta quien carajo sabe. Le dijo 4 palabras y se la comió. Desprolijo. A las 2 paradas se bajó tanto del vehículo como de la vida de Vanesa.
Mediodía. Vemos cómo Agustín abre los ojos, durmió sólo. Andrea, que se había dormido a las 11 dejando apagado el celular, haciendo que Agustín deje 10 mensajes grabados, todos muy parecidos.
“Hola...Andrea?... Hola... qué estás haciendo?...
STOP.

2 comentarios:

Mariano T. Rodríguez Ribas dijo...

Perfectamente podría ser el guiónde una publicidad. La vertiginosa noche en Buenos Aires. Las historias que te cuentan tus amigos son tus historias.
MUY bueno!

conedulcorante dijo...

guau

muy prolijo y cinematográfico.