martes, 14 de julio de 2009

máma mía

Su sábado tipo, después de una desgastante semana en la oficina y los juzgados, arrancaba a las 8:30 con su hijo rebotando la pelota de rugby en su cuarto, para hacerle notar sus ganas de ir a hacer deporte. A las 10 ya iba camino a Pilar con 4 amiguitos de su hijo –los padres habían hecho “La Gran Pilatos”-, a los que había buscado por cada una de las 4 casas. A las 10:45, cuando podría depositar a las creaturas en el club y desentenderse de su rol de padre durante una porción del sábado… no, era papá-entrenador. Lo mejor de todo es que su hijo todavía no había decidido si le gustaba más el futbol o el rugby, así que el domingo había fútbol también a las 9, también con otros 4 amiguitos, y también papá-entrenador, propuesto por su propio hijo: “a papá no le va a molestar, total ya es entrenador de rugby”…
Ese viernes sus suegros habían invitado a las familias de sus dos hijas a pasar el fin de semana al Tigre, a una lindísima casa de 2 pisos, con galerías que daban al río. Eran las 10 de la noche del viernes y ya estaban todos en la casa, dispuestos a relajarse todo el fin de semana, cada uno empezó a recorrer la casa aleatoriamente. Él de pronto llegó a la galería del segundo piso y vio que su mujer estaba con los codos apoyados sobre la baranda, absorta, viendo el río. Se acercó despacito sin que ella notase que rondaba un depredador. El ritmo cardíaco se le había disparado, los ojos estaban clavados en su víctima, en su mente las mismas sensaciones de cuando eran jóvenes y “mamá y papá hoy salen a comer, ¿querés venir a ‘ver una película’?”… La tomó de atrás por sorpresa refregándole su emoción. El susto de ella fue grande, pero el de él fue monumental al darse cuenta que era su suegra, y no es que era la Alfano ni mucho menos…
El silencio cruel de la cena se rompió con una feroz risa colectiva. La suegra se la remó, el suegro hizo chistes descontracturantes y su cuñada parecía bastante divertida, pero el mal humor y la ofensa de su mujer duró todo el fin de semana, no porque él hubiese querido violar a su madre, sino porque la había confundido con ella.

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