lunes, 5 de mayo de 2008

del dicho al hecho...

Sábado. Noche. Boliche. En la barra esperando que el barman se dignara a mirarlo. Decidió sacar un As de su manga: a su lado había una chica en símil situación, pero que siendo mujer tenía más chances que él, por lo que inventó de la nada una charla que en la quinta oración le rogaba disimuladamente que agregara su pedido al de ella “porque seguro que a vos te da bola primero…”. Ya cada uno con su respectivo trago, siguieron hablando de cualquier cosa, hasta que apareció una amiga de ella –para llevársela, pensó él, equivocadamente-. Se quedaron hablando, y el se dio cuenta que la amiga era bastante más linda. Para no ser tan obvio, simuló incluirla en la charla, para que el cambio de interlocutora se fuese dando de forma paulatina. Un hora después de conocerse en la barra, ella se encontraba buceando algún conocido en el boliche, a un par de metros de él, que no paraba de hacer reír a su amiga. Vio a alguien y se fue.
Un rato más tarde fue a “rescatar” a su amiga, que no podía –en realidad no quería- dejar de hablar con ese flaco. Hizo la obvia, -me acompañas al baño, de dijo sin preocuparle mucho que el escuche. El primer mandamiento femenino deja poco margen a interpretaciones apócrifas: Acompañaras a tu amiga al baño, sin importar que estés haciendo.
La miró a los ojos como diciendo que sabía que se terminaba ahí, pero ella pudo leerlo y lo tranquilizó, con el conocido “ya vuelvo” dejando como garante su saquito negro. Tardó más de lo aconsejable, pero volvió sonriente. Algo en su interior le dio luz verde, y cuando iba a pasar de los dichos a los hechos, la amiga la agarró del brazo y se la llevó corriendo, porque no se quien se había desmayado. Ella pudo liberarse de su captora, se le acercó, le dio un beso y como post data le soltó un “me encantó hablar con vos”. El no hizo más gesto que una sonrisa, típica del personas que saben algo que el resto ignora.
La miró irse, sin haberle preguntado el nombre siquiera, pero con el dato certero de que su amiga trabajaba con un compañero suyo de la facultad.
Ese lunes llegó temprano, agarró a su compañero le pidió que le pida a su compañera de laburo que le pida a su amiga que le de su teléfono para el chico que había conocido el sábado. Ese viernes la llamó y hablaron un buen rato. El miércoles pasó lo mismo, sólo que el la invitó a salir. Quedaron en hablar el viernes, pero ella nunca más contestó el teléfono.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me pareció una historia buena, con gancho y suspenso. Está escrita rápido, con algunos typos fuera de lugar. También tiene algunas oraciones que podrían estar más suaves entre un tema y otro: mejorar el enganche entre los momentos.
¿El final? increíble, te lo sacaste de ensima

conedulcorante dijo...

ja,

tendría novio?