lunes, 22 de octubre de 2007

la escondida

Salieron esporádicamente a lo largo de un año. Él había decidido por los dos, que llevar un título era absurdo, y ella suponía que podía romper esa infranqueable barrera que rodeaba el corazón del chico por medio de visitas inesperadas, planteos y otras tácticas que tuvieron como consecuencia que él buceara en el mar de las excusas cada vez que ella rondaba cerca. Así un mes.
Un típico día de entre invierno y primavera, el sujeto se hallaba en su casa con su hermano, que estaba cocinando, de fondo se oía un partido de fútbol que acababa de empezar. En determinado momento, el hermano, estando al tanto de todo (cabe aclarar que es un tipo al que nunca hay que creerle nada, y que sólo dice la verdad cuando sabe que su interlocutor no le creerá y eso puede perjudicarlo), se acerca y le dice que su chica había tocado el timbre y que estaba subiendo. Obviamente no le creyó, y este se retiró con un sospechisísimo “Bueeeeeeeeeeeeeeeeno...” que hizo bastante ruido en la parte del cerebro de su hermano donde se alojan las dudas. De repente timbre, era arriba, ¿era ella? No podía ser nadie más. ¿Qué cara le pondría cuando lo viese allí, en calzones viendo un parido de fútbol, cuando claramente le había explicado que un amigo suyo había sido operado y que lo iría a visitar hace media hora? (sabemos que la excusa es burda, pero se había quedado sin material, y las típicas explicaciones ya las había utilizado tantas veces que una más hubiese sido tentar la suerte). Para colmo su hermano no la detuvo y ella se invitó a pasar, con un “estoy medio al pedo y no sabía donde ir”. Con la frente perlada, y la cabeza en blanco, no supo que hacer, no pensó en las consecuencias del único plan que se le venía a la mente, no pudo ver más allá de los 15 cm que tenía por delante de su nariz ni se interesó en el futuro inmediato. Se oyeron pasos y una voz que ya había empezado a odiar, se juró nunca más esquivar un “tenemos que hablar...”, se dió cuenta que más vale romper un corazón y ligar un cachetazo o bancarse una escena en un bar que seguir saliendo con alguien hasta el punto de tener que... tener que... verse obligado a... no encontrar otra salida que... ESCONDERSE DEBAJO DE LA CAMA (clímax en alguna película de Chaplin. Sólo queda describir a su hermano por medio de sus actos: invitó a la chica a comer algo y ver el partido, cómodamente sentada en la cama (un amigo el hermano). Terminó el partido, y ella se fue, por fin se dignó a irse, luego de haber hecho un pequeño duelo por la relación que acababa de morir, ahí en esa cama que tantas veces habían compartido, y que esa, la última vez que estuvieron en el mismo cuarto, los separaba como el muro que Israél construyó. Él nunca supo si ella se dió cuenta de toda la situación. Suponemos que nadie tiene semejante imaginación, pero siempre nos quedará la duda.

2 comentarios:

malena dijo...

Jajaja, muy simpático el relato. ¿Es basado en hechos reales?

Roland Garrón dijo...

son veraces... me lo contó un amigo...