lunes, 8 de octubre de 2007

séptimo piso

Había conseguido el teléfono de una chica previo haberle mentido en todos los colores, pero el fin justifica hasta los más drásticos medios. El martes a la tarde le envió un primer mensajito, para recordarle que habían estado hablando y se supieron caer muy bien, aunque ella no se decidió a regalarle un beso. Mensaje va, mensaje viene (el histeriqueo es esencial). Finalmente el chico tomó coraje y cambió mensajes por llamada. La charla fue muy amena; la invitó al cine y ella aceptó.
-"Dame tu dirección y te paso a buscar mañana a las 9", le dijo ya casi de memoria, como quien ha recorrido ese camino tantas veces.
-"Dale, anota: XXXYYY 2345 séptimo piso", dijo ella mecanicamente, y sin dudar un instante.
-"¿Séptimo qué?", le preguntó el, sintiendo que ella escatimaba en los datos de la ubicación de su hogar.
-"Séptimo nada, es un piso…", tiró ella como no entendiendo que hay gente que no vive en pisos, sino en departamentos como cajas de zapatos.
Por suerte no estaban cara a cara, porque hubiese sido una situación sumamente incómoda. Él no supo ver los indicios.
Eran los últimos días del mes, por ende, el chico estaba justo con el efectivo, por lo que se tomó el atrevimiento de recortar unos “2 x 1” en las entradas de cine, que vienen con la factura de gas… un desprolijo.
Eran las 9 del día acordado, apretó el botón número siete y la dulce voz de la chica le anunció que en pocos minutos se encontraría con él. Cuando esto ocurrió, se perfumó el ambiente, sus miradas se entrecruzaron, se sentían como en una burbuja... que explotó con un burgués “¿tuviste problemas para estacionar el auto?”; un baldazo de realidad totalmente inoportuno. Ella, sumamente inocente, nunca podrá imaginarse lo milimétrico de su comentario, como para asestar en el centro de la confianza y auto valoración del sujeto. Remarla era imposible.
-"La verdad que no…, porque no tengo auto".
Ya era irremontable, todo estaba perdido y ambos lo sabían. Hubiese sido menos incómodo culminar con la cita en ese momento. Como ya estaba todo perdido la llevo CA MI NAN DO hasta el cine, no pochoclos, no beso, no segunda cita.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena la historia... te deseo suerte con el blog...