miércoles, 6 de febrero de 2008

home alone

Estaban en la casa de ella, situada en un paquete barrio de Buenos Aires. Era el programa más inocente que se podría haber arreglado dadas las circunstancias: ella estaba sola en su casa, y la noche anterior él le supo demostrar que ella le importaba, invitándola a un cumpleaños, donde además de muchos de sus amigos, se encontraba una ex reciente.
Para condimentar un poco más esta woodyallenescena escena del cumpleaños, ellas estaban sentadas una en frente a la otra, en ese minúsculo monoambiente. Recapitulemos, estaban solos, y la noche anterior habían revalidado su relación. Lo que axiomáticamente deriva de estas premisas es lo que todos pensamos, pero no. Habían alquilado un dvd cómico, comprado muchos caramelos y otras yerbas kiosqueras dispuestos a romper la noche. La tele importante de la casa estaba en el piso de arriba, en el cuarto de los padres de ella. La cama era enorme, y con muchos almohadones, se veía comodísima, pero no pudo comprobarlo experiencialmente ya que tímida ella y caballero él, prefirieron tirar unos almohadones en el piso; “para que mis viejos no piensen mal”. Ya habían visto media película y se habían dado menos besos que en La dama y el vagabundo, es más, lo más emocionante fue un accidental cruce de manos que tanteaban un caramelo, pero que ninguno de los cuatro ojos creyó más importante que ver cómo Jean Reno correteaba medio dopado. Nada, nada, nada, hasta casi terminada la película, para ser más específicos, faltaban 7 minutos para que termine, y se escucho un ruido metálico en la cerradura de la puerta principal. El hubiese deseado que fueran malhechores, amigos de lo ajeno, malvivientes, o –según Crónica TV: cacos.
Eran los padres, que no se habían tomado ni dos horas para ir a comer afuera, acaso habían ido a Mc Donall´s? No había escapatoria, sólo existían dos salidas, y una de ellas implicaba romper un ventanal de 3 x 1,5 y un salto acrobático-mortal aterrizando sobre los dominios un Grandanés sediento de carne blanca. Obvio, bajó las escaleras con cara espero que me crea que realmente no estaba haciendo nada y se encontró con las siluetas de los padres de ella, totalmente colorado los saludó formalmente y se portó como si estuviese en la oficina de la directora de su colegio. No se si es necesario aclarar que como papi estaba cansado, no pudieron terminar de ver la película. Se despidieron bajo la sospecha de espionaje del padre a través de la persiana, por lo que sólo fueron unos escuetos besos, y se encamino a tomarse el colectivo. El sábado a la noche el transporte público suele, de repente, darse cuenta que son Mercedes-Benz con chofer, les sube la autoestima y no pasan. Va, en realidad pasan, pero cada 40 minutos, si CUA REN TA. Los esperó como quien no se cae ante un tropezón, y le pone el pecho a las balas. Pero una cosa es un tropezón y otra muy distinta es que 3 colectivos(que pasaron religiosamente cada 40 minutos) decidieran no detenerse en esa parda, y la frutilla fue que el último le hizo luces mientras le sonreía.
Basta, suficiente. Frenó un taxi, que lo dejaría a mitad de camino, porque el efectivo no le alcanzaba, y se vio obligado a tomarse otro colectivo a su casa; a la cual llegó luego de una odisea de 2 horas. Pero estaba tranquilo, porque sabía, porque ya lo había decidido...Al día siguiente la llamó y le dijo “tenemos que hablar”.

3 comentarios:

malena dijo...

Uff, menos mal.

Anónimo dijo...

esto te lo conto un amigo??

Roland Garrón dijo...

Efectivamente... quedan dudas?